¿Cuantas veces hemos hecho un régimen drástico, para perder peso y al poco tiempo volvemos a estar igual? La sensación de impotencia y de desánimo es enorme. A eso se le llama el efecto YoYo. Se recupera todo lo perdido.
Por eso, después del plan para perder peso no habría que quitar la atención de la alimentación, sino iniciar un programa que permita sostener el peso alcanzado y, a la vez, estar bien nutrido.
En este nuevo plan deberían mantenerse algunos de los hábitos adquiridos durante el tiempo de la dieta: por ejemplo, beber abundante líquido y seguir eligiendo una sopa light o una ensalada para iniciar las comidas, aunque después se coma un plato no dietético. Esto ayuda a llegar al plato calórico con menos apetito y, consecuentemente, a comer menos. También conviene seguir con una ingesta ordenada de cuatro comidas diarias – y dos colaciones livianas de fruta o yogur descremado, si hace falta-, no saltear comidas y no “picotear”.
Lo fundamental es comprender que no se trata sólo de hacer una dieta y bajar de peso, sino de hacer un cambio en el estilo de vida que incluya alimentación adecuada y ejercicio físico regular para mantenerse
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